Te llevaste sin avisar mi aliento, mi sonrisa, mis delirios, todo lo que no es material y que importa más, quedé en el suelo recordando todas nuestras vivencias, tus palabras que en tiempos pasados parecían de cristal (por lo hermoso), pero tan frágiles que solo te bastó mover un dedo para quebrarlo, y yo dentro del cristal caí violentamente al suelo ensangrentada sin poder respirar, pero viva al fin. Me borraste la sonrisa que en algún momento pintaste tu mismo a punta de besos y lágrimas, aún recuerdo cuando me acurrucaba entre tus fuertes brazos como si de filosos cuchillos se tratara, dañada pero feliz en ese espacio lleno de ternura y "seguridad". Me acostumbraste a tus tiempos, a la forma de llevarme de la mano, a tus fallas, a tu forma tan hermosa y extraña de quererme..
Me corregiste tanto que ahora siento que una parte mía se quedó contigo y yo abandonada afuera de mi hermosa cárcel de cristal, extraño todos los momentos, los más hermosos y hasta los más tristes, extraño todo y sé que si te lo cuento, tú me rechazarás por que no aguantas la idea de saber que podrías ser el causante de este dolor.
Los cristales aún incrustados en mi piel me hacen sangrar con cada día que pasa, no sé cuando se desprenderán, sería un sueño que fueras tú mi ángel que venga a curarme las heridas y ha retirar cuidadosamente esos pedazos de cristal, pero me dejaste vagando horas como un gato perdido en una enorme ciudad, maullando sin poder encontrar a su amo, llorando lágrimas de cristal que no pararon de salir aquella noche en la que casi se me sale el alma del cuerpo de tanto llorar.
Te llevaste todo y aún sigo esperando la devolución, qué se que no volverá.
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