domingo, 17 de febrero de 2013

La noche, el día
y la tristeza en su agonía
cansada de beber lágrimas
que caen sin ceder,
es una batalla que da tregua
a mis noches solitarias
inundadas de estrellas moribundas,
pendientes de una caída libre.
Las tardes envenenadas por
una luz que viene de un ser enfermo,
son aquellas que me desprenden
del suelo y me pasean por crux
para volar entre cenizas,
aquellas me seducen y
me llevan a lugares donde
los consejos no existen
y lo real es un cuento extraño.
Así es como cada segundo del día
apaga lentamente a la tristeza,
se aleja lentamente
como siendo llevada a su muerte eterna
para la buena suerte de mis labios arqueados,
hoy floreció fuera de estación,
el rocío de mi juventud apagó un feroz incendio,
en una enredadera estoy
tarareando la canción que mas te gusta
y moviendo los pies con las agujas del reloj estoy.
Hermosa soledad que me abraza en la puerta del abismo,
me dice que no puedo acabar con la exageración
de querer decir que estoy tranquila,
que los miedos se van lentamente como si la villana fuera yo,
como si quisiera arrancarlos de raíz sin anestesia,
asi se van, somnolientos por esperar tanto
y no tener fruto de mis ojos,
que estarán abiertos por mucho tiempo mas.