Por mi calle se escuchan susurros
que no llegan al límite de este infierno,
susurros que han abierto las ventanas de mi casa,
les ha quitado el seguro y tocado mi alma,
le hacen daño que no quema
pero que deja gélido a este cuerpo hecho pedazos.
Debajo de las sábanas se han posado
las aves que nos veían volar,
se han quedado a dormir conmigo
mientras usted anda sin vida
en un lugar sin órbita, con nada.
Esas aves andan forzando mi inspiración,
me tragan de a poquitos cuando se acuerdan
en este espacio lleno de miradas desorbitadas,
perdidas en el infinito sistema modular de mis espejos.
Por las noches vienen almas a robarme la vida,
me han poseído tantas veces que no siento quien soy,
se han burlado de mi paciencia, de mis ganas de volar
y me han dejado atada y con la boca abierta para
vomitar esa vida que no vamos a querer nunca,
pero sin embargo amaríamos si la tuviéramos en las manos,
muerta.
Extraños me susurran que las fuerzas se acabaron,
que nunca podré sonreír viéndonos caer hacia el cielo,
por que la gravedad no va con nosotros..